HACHAS DE CARNICERO

Siempre tuvimos la cultura de hacer barbacoas y como corresponde el hacha de carnicero es infaltable cuando estamos cocinando carne asada. Familiarmente cada reunión históricamente implicó reunirnos a comer carne por lo cual siempre recuerdo las hachas de cocina presentes, entre otros utensilios de cocina, todos al aire libre reunidos tomando vino o cerveza, riendo de chistes malísimos para el estado de sobriedad y contando aventuras como salidas de el señor de los anillos.

Siempre tuve la intención de ser yo el que hacía la barbacoa, pero al haber asadores tan expertos que tomaban la posta y cocinaban exquisiteces fui postergando mi deseo de plantar bandera en la parrilla ( esto es una expresión nomás ya que para plantar algo necesitamos humus y a no ser que uno sea lo suficientemente new age como para comer humus no sería apropiado, aparte a quien se le ocurre plantar una bandera en una barbacoa), hasta que luego de los años y por las circunstancias de la vida que es tan impredecible como apoteótica, fue llegando mi turno lentamente, como quien empieza a sentir en los intestinos el deseo de ir al baño a destrozar el trono.

HACHA DE COCINA

Así entramos en una historia de culpa y superación. Si bien tenía mis hachas de cocina disponibles, la barbacoa impecable y mirándome fijo esperando las carnes sobre ella y las brasas en su sótano, tenía que poder estar dispuesto para ocupar un lugar que mi mente inconsciente por diversos motivos no quería ocupar. Asistimos así a un debate filosófico entre tan antiguo como la puja entre la tesis y la antítesis, entre el bien y el mal, entre el Barcelona vs Real Madrid, entre Boca vs River, entre rubias o morochas ( las cervezas ) , entre la mente consciente y su subconsciente.

HACHAS PROFESIONALES

Ahí estaba yo con el fuego listo, la carne y achuras ya compradas, hachas profesionales de todo tipo…. La parrilla y yo, frente a frente, y la culpa detrás de mí, detrás de todo. ¿Sería capaz de ocupar el lugar del Rey de la Barbacoa, con toda la implicancia que eso tenía? Ese rol no era solamente cocinar el asado, era entretener en la previa a los comensales, hacer de relaciones públicas, y hacer chistes exitosos, ya que ese era el mandato. Era una cena show montada a cinco estrellas, con luces, porristas, espectáculos circenses en donde los invitados tenían una experiencia de risa, fascinación y luego un orgasmo gastronómico. Algo parecido a eso era lo que venía sucediendo.

Y ahí estaba yo, tímido por naturaleza, hasta algo fóbico, sin el menor carisma para lograr que me presten atención a algún relato por más de tres minutos, con mi hacha de carnicero en la mano pero temblorosa de encarar semejante olla a presión. Por más que hubiera tenido las mejores hachas profesionales y los mejores cortes de carne, mi mente inconsciente  no estaba preparada para dicha presión y todo indicaba que si bien el show debía continuar, bueno, pues no iba a continuar.

TIPOS DE HACHA DE CARNICERO

¿con cual hacha de carnicero debía yo cortar la carne? Quería que todo salga perfecto, como era el mandato. Tenía en mi poder distintos tipos de hachas de cocina pero no me decidía por cual elegir. Mientras tanto el fuego comenzaba a consumirse, no sabía si había calculado bien la leña, veía que los invitados me miraban expectantes como esperando chistes o alguna anécdota que los haga reír con ganas pues venían de días duros y necesitaban descontracturar, y luego querían comer un asado parecido al que podrían comer los próceres.

Yo no tenía ninguna anécdota gloriosa, los chistes que conocía no hacían reír ni a una hiena y el asado comenzaba a quedarme crudo a medida que el fuego se consumía.

Mis nervios se pusieron en estado de alerta como si estuvieran bombardeándonos. Estaba atemorizado, mi cabeza pasó de estar colorada a ponerse violeta y ya los semblantes de los invitados pasaron de estar expectantes a alarmados.

LA COCINA Y LA CULPA

El peor pecado que puede cometer un ser humano es no ser uno mismo. Yo se que tendría que estar hablando de hachas de carnicero y dejarme de filosofar de modo tan barato, pero si que si hubiera sido como soy sin intentar lograr el mandato, hubiera ahorrado varios kilos de carne mal cocinada y risas impostadas luego de chistes malos. La culpa por intentar ocupar un lugar que no sentía propio, caló hondo en mi inconsciente y no me permitió cocinar adecuadamente.

Hoy, y luego de varios años y asados mal hechos, puedo finalmente cocinar a la altura de orgasmos culinarios( te dejamos aquí varias recetas para lograrlos ) , y mis chistes mejoran poco a poco. La culpa fastidió casi todo, pero de lo que nunca tuve culpa es de tener estas hermosas hachas de carnicero y poder disfrutar del proceso de cocinar.